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"la familia de beatriz"

Vereda La chamba 
El guamo, Tolima

Por 
Vanesa Cabezas

De La Chamba es un taller artesanal de alfareros tradicionales que mantienen en su estructura las maneras de hacer, vivir, construir y quemar el barro, tradición que viene de la raíz de sus abuelos y de aquellos que los anteceden.

 

Nos enorgullece profundamente acercarnos a estas historias de la alfarería tradicional y ver cómo a lo largo de los años han mantenido costumbres y han heredado el oficio desde el núcleo familiar, siendo la familia el eje de esta comunidad. Los talleres de los alfareros crecen bajo el fuego del hogar. Es imposible separar la casa del trabajo con el barro, porque son la sala y el comedor el espacio de taller de estas familias, el barro corre por su sangre de generación en generación, en este caso, corre por sus venas el barro del río Magdalena y su agua dulce que se representa en su amor y hospitalidad.

 

Desde el colectivo Entre Grietas tuvimos la fortuna de conocer a la familia de Beatriz Cabezas, la matrona de la casa, gracias al vínculo que nos establecieron Felipe e Issa, un par de jóvenes bogotanos que decidieron unirse a la familia de Beatriz y Miguel para ayudarles a comercializar de manera justa sus productos. De este interés y beneficio mutuo crece el nombre de su taller “De La Chamba“.

 

Llegamos a ellos con el propósito de conocer la manera de hacer alfarería en el pueblo ollero más renombrado en Colombia. Durante dos días compartimos con la familia de Beatriz y los habitantes de La Chamba, con la excusa de construir piezas en barro y quemarlas, pero esta excusa resultó demasiado corta para todo lo que compartimos y aprendimos en este viaje.

LA FAMILIA

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Miguel, esposo de Beatriz, es un hombre con corazón de niño, alegre, amable y servicial, dispuesto a untarse de barro y crear sin límites. Dice su esposa, Beatriz, que él tiene un don en sus manos y basta con darle una pequeña bola de arcilla, esperar unos pocos minutos y así darse cuenta que, ¡esto es verdad!, de la nada puede llegar a crear toda una fauna, inspirado en los animales con los que comparte día a día. Unos cuantos pellizcos y movimientos con sus dedos bastan para darle vida a esa masa negra, arenosa y maleable.

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Beatriz es quien construye los objetos base, hace la forma de los platos, los papayeros (fruteros), la base de las gallinas (soporte para los huevos), base de los jarrones, entre otras figuras. Al principio Beatriz se muestra modesta, como si su labor en dicho lugar no fuese tan poderosa como en realidad lo es. Ella, con un porte humilde y un poco tímida, maneja el orden de la casa, es quien hace que las cosas funcionen, es quien organiza el día de la quema, los pedidos, "manda viajados" de piezas para brillar luego de ser barnizadas, hace los negocios para comprar el barro, el barniz, la arena, la boñiga y la leña para la quema. Sin ella esta danza de barro y fuego no se daría con tanta sincronía.

 

Beatriz Cabezas es la matrona, de quien depende que todo salga bien.

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Kate es la hija de Beatriz y Miguel, una mujer joven de 34 años, que desde niña ha estado involucrada con la artesanía; nació rodeada de los colores de la arcilla, del color negro del barro que recolectan en el río, del rojo de las tierras que más adelante le enseñaron a brillar, del sin fin de colores tan especial que tiene cada piedra que bruñe las piezas, acompañada de la fuerza del fuego que consume la madera para dar paso a tiestos de cerámica, junto al río Magdalena y la vegetación frondosa de La Chamba. 

 

Kate es hija de una familia alfarera. Ella acompaña a sus padres en su oficio, nos cuenta con orgullo que le encanta el proceso de brillado de las piezas, en términos más técnicos, el paso de bruñir frotando en incontables veces una piedra pulida sobre el barniz rojo y fino con el que recubren las piezas de barro negro. Esta tarea de brillar no la hace cualquiera, se requieren de muchas habilidades, conservando así la paciencia, los movimientos rápidos pero suaves, es un baile que requiere sincronía para lograr un buen acabado

SUS RECORRIDOS

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En una conversación Miguel nos comentó lo orgulloso que se sentía de seguir luchando por la artesanía. Miguel lleva 27 años trabajando con el barro. Por otro lado Beatriz nos cuenta su historia, ella es oriunda de La Chamba, su madre fue su maestra en el oficio, quien le enseñó a trabajar las artesanías desde muy niña. Dice que al comienzo no le gustaba mucho ya que se convertía en un quehacer más de la casa, así que en ese momento lo veía como una obligación.

 

Su aprendizaje empezó con piezas pequeñas y con el paso del tiempo fue desenvolviendo sus habilidades. Así fueron trascurriendo los años y empezaron a encargarle piezas más grandes. La madre de Beatriz fue reconocida en el pueblo de La Chamba por la construcción de ollas en gran formato.

 

Más adelante Beatriz se independizó de su madre, y fue desarrollando sus propios intereses, haciendo piezas para la mesa, desde platos, bandejas, pailas, platos pandos con borde y una gran variedad de piezas. Beatriz nos cuenta la importancia acerca del reconocimiento que han tenido sus artesanías, reconocimiento que ha sido a nivel nacional e internacional, pues ha exportado sus piezas con la señora Oliva Torrijo, quien vende en el exterior su producción.

 

De las piezas que Beatriz disfruta más en el proceso de elaboración son la paila, el sartén, el plato y la bandeja. Nos cuenta con alegría que quiere dedicarse a este oficio el resto de su vida, por lo menos "hasta que Dios se lo permita", como dice ella. Hablamos acerca de la historia de la construcción de su hogar, dice Beatriz que por esa época en que estaban buscando construir su casa, Artesanías de Colombia les hizo un pedido de 500 pailas #2, nos cuenta que ellos sacaron ese pedido adelante y que les pagaron de una vez, así, junto a su esposo Miguel fueron comprando materiales para la construcción de su vivienda, y en el año 90 hicieron un préstamo con el Banco Caja Social, con ese dinero más lo que tenían reunido construyeron su casa. Por ello su gratitud con el oficio de la alfarería, pues gracias a su trabajo con las artesanías han podido vivir.

LAS DIFICULTADES DE SU OFICIO

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También nos relata las dificultades que se presentan en la producción, señalando que existe un fenómeno en las piezas al que llaman “oropel“, que son pequeñas piedrecitas doradas que aparecen en las piezas luego de ser quemadas. A vista de sus clientes esto presenta un defecto en la pieza, el cual es difícil de percibir dado que este solo se puede visualizar luego de que el barro es quemado.

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Una de las partes que presenta mayor dificultad durante todo el proceso es el momento de la quema, o como ellos lo llaman, el “Asado“, es la parte que requiere más trabajo. Existen las variables del clima, pues el día que llueve no se puede asar porque los hornos se humedecen y se dificulta la quema ya que la leña se va a tardar mucho en quemar, por ello deben esperar al día siguiente anhelando tener un mejor clima, aunque la lluvia deja los hornos húmedos y es necesario quemar madera dentro para ayudar a secarlos. A veces sucede que el control de temperatura falla, y la loza no da el punto de fusión, por lo tanto queda cruda. En muchos casos existen personas del pueblo especializadas en asar las piezas, ya que es una labor demasiado dispendiosa y peligrosa. 

 

Cuando la loza está en el punto más alto se extrae del horno a fuego vivo y se llenan de boñiga seca de vaca las canecas donde estan quemando las piezas, estas canecas se tapan de nuevo rápidamente, permitiendo una oxidación de oxígeno, donde el humo del carbón, resultado de la quema del material vegetal, se ahoga por la falta de oxígeno y el negro del carbón se pega a las piezas, generando en estas el característico color negro de La Chamba. Este proceso requiere de agilidad y cuidado con las piezas y con la persona que las manipula, ya que el riesgo de quemarse es demasiado alto.

HORNOS COLECTIVOS

Cada familia tiene un promedio de una quema por semana, los hornos son comunales, es decir, se van turnando el asado de las piezas. Existen dos tipos de hornos, algunos, son de gas donados por el gobierno de Japón en alianza con artesanías de Colombia y otros son hornos tradicionales de leña.

 

Los hornos de gas cuentan con una cámara que se desplaza sobre las "hornallas" en donde se colocan los tanques metálicos donde se apilan cada una de las piezas, este proceso es mucho menos peligroso y complejo que el que implica la cocción con el horno de leña. Durante nuestra visita, tuvimos la oportunidad de observar los dos hornos en acción y compartir una larga jornada de quema junto a toda la familia.

Para la quema es necesario producir una cantidad de piezas importante para que el esfuerzo colectivo que implica la quema, valga la pena. Es así como las quemas se convierten en un evento colectivo, donde varios miembros de la familia, llegan con sus piezas listas para hornear y así generar un gasto energético único.

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EL AMOR POR LA CÉRAMICA

Nuestro paso por la chamba nos regalo la posibilidad de intercambiar experiencias y conocimientos acercando diversas técnicas y aprendizajes desde distintas orillas. Miradas nutridas de la tradición en donde la familia es un núcleo de organización social importante, ya que además de se las transmisoras de los procesos de los oficios, mantienen viva la tradición con nuevas y distintas manifestaciones

 

Para Beatriz y su familia el sentir alrededor de la cerámica es de vitalidad y alegría, para ellos su oficio es un "arte muy hermoso, con reconocimiento a nivel mundial" Nos llena de emoción escuchar sus palabras y su sentir, expresando la posibilidad de la  imaginación en conjunción con el barro, donde sí se atreve a dejar volar la imaginación ella le permitirá desarrollar todo aquello que se crea capaz de hacer.

También comprendemos que las dificultades del oficio, no solo están, en la elaboración de los objetos sino en la incertidumbre que acompaña a los artesanos sobre las garantías de una vida y vejez digna, pues al ser un trabajo informal no existe derecho a una pensión. Piensa en su madre cuando sea adulta mayor, siendo una mujer que lleva trabajando 50 años en el oficio y que a su edad no tiene derecho a una pensión. Este es el único pensamiento que la entristece con relación al oficio.

Nos llevamos de la chamba la sensación de un pueblo vivo, que le sigue apostando a los oficios tradicionales y que busca adecuarse a los cambios en los modelos de comercialización del mundo contemporáneo

Por último queremos agradecer a Felipe e Isa, quienes estan detrás de la marca "DE LA CHAMBA" y que hicieron el puente, que nos conecto con Beatriz y su familia. Para conocer mas sobre sus iniciativas visiten sus redes sociales

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