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MUJERES ANFIBIAS, ENTRE LA TRADICIÓN DEL BARRO

Corregimiento de Juana Sanchez
Hatillo de Loba, Bolivar.

Por 
Violeta & Maria Cano

Hacer cerámica en Colombia es un desafío y lo es más, para las comunidades que habitan territorios alejados, espacios “olvidados” dentro de una geografía inmensa y a veces aislada. Es el caso de las últimas cuatro mujeres que hoy en día mantienen viva la tradición del rollo tinajero: Elizabeth Pérez Garzón, Maria Aislanth Rodríguez, Temilda Molina, Celia Molina.

 

Ellas se encuentran en el corregimiento de Juana Sánchez perteneciente al municipio de Hatillo de Loba, en el departamento de Bolívar (Colombia); un lugar ubicado en el extremo oriental de la isla fluvial, donde comienza el Brazo de Loba. En este corregimiento, las calles aún son de tierra y la economía está centrada principalmente, en la jornada diaria de pesca o de cultivos, pequeñas cabezas de ganado y minería tradicional (Algunas familias viven de la alfarería haciendo o puliendo cucharas de barro para la minería).

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Llegar allí no es nada fácil, estamos en plena Depresión Momposina, una región con más de mil espejos de agua, pertenecientes al río Magdalena. En 2019 la ceramista y artista María Cano (MC) llegó allí de la mano de "Puente Consultorías" quiénes realizaban una residencia guiada por Elizabeth Pérez, una de las Tinajeras y José Ignacio Vélez. La idea era aprender a construir una Tinaja con la técnica de rollo tinajero, sin embargo ella estaba recién salida de una cirugía de su mano izquierda, lo que le dificultó aprender en este momento la técnica y la llevó a centrarse en crear un fuerte vínculo con las mujeres del lugar:

"Me interné en el taller de una de ellas para conversar y ayudar en ciertas labores que tenían, lo que hizo que mi foco en ese momento no fuera construir una cosa gigante, ni construir el mejor rollo tinajero, sino mi relación con ellas. De una manera muy respetuosa y con gran admiración por el tesoro que ellas tienen en sus manos; me sentía muy honrada de estar allí". MC

Este primer acercamiento que tuvo María con las mujeres de Juana Sánchez fue significativo para construir una relación que les permitiría generar intercambios de una manera más horizontal. No bastó con una sola visita a este territorio, ella se autogestionó pequeñas residencias (de uno o dos meses) para seguir aprendiendo y conociendo la realidad de las condiciones para mantener vivo el oficio, lo hacía y lo hace porque en sus palabras: 

"Lo que más me aterraba, y aún hoy me aterra, es la idea que ahora solo quedan 4 mujeres que mantienen la técnica prehispanica y ancestral de hacer Tinajas, tradición que hace parte de nuestro patrimonio cultural, ya que ni sus hijos, ni sus nietos aprendieron" MC 

ORIGEN DE LA TÉCNICA

La relación que los habitantes de este territorio han tenido con el agua, desde siempre ha sido fundamental. El río es parte de su vida, de allí muchas veces sale su sustento y de allí también la necesidad de purificar y mantener el agua lo más fresca posible. Lo más probable es que de esta necesidad haya nacido la idea de crear un objeto como las tinajas, que contuviesen y purificasen el agua del río.

 

No existe información concreta del origen de la técnica, pero historiadores de la zona, afirman que, posiblemente la técnica naciese de los indígenas Chimila que habitaban este territorio, con la llegada de los españoles, estos aprendieron de ellos la técnica y se la llevaron a Europa. Ya que hoy en día esta misma técnica se encuentra en Palma de Mallorca, es decir, no la trajeron los españoles, sino los españoles se la llevaron de aquí. 

 

Esto implica que Juana Sánchez y el rollo tinajero son parte del patrimonio inmaterial Colombiano, parte de nuestra historia y de cómo construimos nuestra relación con el territorio y sus recursos. 

LA CONEXIÓN Y EL VINCULO A TRAVES DEL BARRO

Cómo sucede en muchos territorios donde se práctica la alfarería y la cerámica tradicional, hay poca innovación en la creación de piezas. Tal vez por estar aislados o tal vez por mantener la tradición. 

 

En esto radica la riqueza del intercambio, en poder tomar elementos tradicionales y llevarlos a nuevos objetos, está iniciativa es la que lleva María a Juana Sánchez, cada vez que puede, ya que a nivel técnico la arcilla del lugar contiene mucha arena lo que le permite una gran permeabilidad de la humedad y estructura para crear piezas de gran tamaño. 

"Por ejemplo, cuándo llega un cliente y me pide una serie de materas lo primero que pienso es si las mujeres de Juana Sánchez pueden hacerlo. Cuándo es así, viajó hasta allá, y las construimos juntas, yo sin imponerles mis formas voy dejando en ellas ideas que van calando para crear piezas diferentes a las tinajas, mientras voy aprendiendo de ellas la técnica" MC

 

Estos intercambios nacen desde el respeto de los procesos y de las ganas de enseñar y aprender de las dos partes, tal vez como dice María, cambiar las perspectivas y generar nuevas motivaciones es lo que le va a permitir a estas mujeres crear desde ángulos distintos y sentir desde otra mirada que su oficio tiene un valor. 

EL DIFÍCIL CONTEXTO DE LAS ALFARERAS EN JUANA SANCHEZ 

Son varios los elementos que hacen que cada día sea más complejo para estas cuatro mujeres mantener el oficio, desde enfrentarse a que los objetos que construyen ya no sean comercializados, pasando por dejar de tener acceso libre a la extracción de arcilla de la mina comunitaria, hasta la dificultad del acceso a los hornos y de transporte.

CUCHARAS POR TINAJAS

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Cerca de este territorio, se practica la minería tradicional; una de sus necesidades son los crisoles, que son una especie de cucharas en donde los mineros funden los metales que encuentran. 

 

El objetivo principal es encontrar oro, entonces cuando encuentran alguna partícula la funden sobre estás cucharas cerámicas con mercurio para separar las impurezas y encontrarlo, al usar mercurio las cucharas quedan contaminadas y no pueden usarse nuevamente. 

En este contexto y en vista de que las tinajas y elementos de la alfarería tradicional (como ollas y utensilios de cocina) han dejado de comercializarse, al ser reemplazadas por elementos plásticos y ollas de metal. Los alfareros qué tradicionalmente se dedicaban a la construcción de estos objetos con la técnica del rollo tinajero, la han dejado de lado, para dedicarse en un 100% a la construcción de cucharas para minería, acaparando la mina de arcilla y la leña del lugar.

ALFARERAS SIN ARCILLA 

Además de este contexto complejo, se suma que la mina de arcilla comunitaria, prácticamente fue abandonada, por las restricciones de la pandemia, lo que fue aprovechado por otras personas para cercarla y privatizar parte de ésta. Construyendo talleres sobre las vetas de arcilla, que tradicionalmente usaban las tinajeras, donde realizan toda la producción de cucharas. 

Esto hace que para conseguir la materia prima, las Tinajeras se deban desplazar más lejos (o muchas veces deban pagarle a alguien por ello), y por lo tanto enfrentarse a nuevos factores como el incremento de los costos y el cambio en las características del barro que tradicionalmente usaban.

¿Y EL HORNO?

El horno es el corazón de la cerámica, sin el paso por el fuego las piezas son simplemente arcilla. Sumado a las problemáticas anteriores, los hornos de la zona han sido acaparados por los cuchareros, desplazando a las mujeres alfareras y dejándolas sin un lugar donde transformar sus piezas. 

 

Las tinajeras solo cuentan con un aliado, el señor Eder Laguna, quien les permite hornear sus piezas dentro de su horno. Sin embargo, este horno es muy ancho y muy bajo (además de que se está cayendo a pedazos) lo que hace que requiera mucha leña para poder llegar a la temperatura adecuada y sea ineficiente a nivel calórico, teniendo muchos problemas, incluso dejando muchas veces las piezas crudas. 

LA CEREZA DEL POSTRE

Por último, la cereza del postre, el transporte. En Colombia hay una deficiencia muy grande en el transporte de piezas de cerámica, este drama no solo lo viven las mujeres de Juana Sánchez sino muchos ceramistas en el territorio nacional. Además de ser muy difícil sacar piezas de este lugar, hacia la ciudad más cercana, qué es Cartagena, lo que incrementa los costos, muchas veces llegan rotas a su lugar de destino.

DAR LA  MANO

Después de haber establecido estás problemáticas que afectan a las mujeres tinajeras de Juana Sánchez, María se centró en una: El horno. 

"La idea era poder construir un horno comunitario que fuera de ellas y para ellas. Que no fuera simplemente conseguir el dinero o los recursos sino que ellas se pudieran involucrar en el proceso de construcción, que se apropiaran del horno" MC 

EL PROCESO

A principios del 2021 María Cano fue contactada por Andrea Pera una politóloga italo-colombiana, cautivada por el tejido social alrededor del oficio y con un contacto directo con un ceramista italiano, Marcelo Pucci, interesado en crear un vínculo con una comunidad que tuviese una tradición ancestral alfarera viva. 

Está combinación perfecta entre lo que le importaba a María, lo que necesitaban las mujeres de Juana Sánchez y el interés de este ceramista italiano, la llevó a viajar a Italia y comenzar la construcción de los ladrillos que serían la base para la construcción del horno en Juana Sánchez. 

LADRILLO A LADRILLO

Si! la idea era construir los ladrillos para un horno: lo que implicaba, la extracción de la arcilla, su limpieza, construir los ladrillos, hornearlos y finalmente hacer la prueba de un posible horno que pudiese replicarse en Juana Sánchez, respetando sus métodos tradicionales pero haciendo ciertas mejoras para hacerlo más eficiente. 

 

Parecía una idea descabellada en menos de un mes y medio poder lograr todo eso, y así fue. En ese tiempo solo lograron construir 800 ladrillos, no pudieron construir un horno, pero sí planificar y estudiar cual sería el mejor horno que podrían crear en Juana Sánchez. 

 

Esto le trajo a María mucha frustración porque los ladrillos por diferentes circunstancias quedaron parados por un tiempo en la casa de Marcelo, entonces lo que decidieron fue venderlos en Italia para poder comprar los ladrillos en Colombia y construir finalmente el tan anhelado horno.

ACUERDOS DE FUEGO

Por fin, después de toda esta vuelta por el mundo, María y Andrea viajaron a Juana Sánchez, donde contactaron a uno de los constructores de los hornos de la región para involucrarlo en la creación de este sueño colectivo. 

 

Cómo la idea era implicar a las Tinajeras, lo que hicieron fue generar varios encuentros de capacitación para crear acuerdos en la construcción y uso del horno. 

 

"Fue un intercambio poderoso, qué nos trajo varios desafíos porque cuando estuvimos aprendiendo sobre hornos, vimos la necesidad de cerrar un poco la cúpula del mismo. Esto generó ciertas resistencias dentro de las alfareras, porque chocaba con las formas tradicionales en las que se hornea en este territorio, fue tal la resistencia qué decidimos no cerrar el horno, aunque supiéramos que eso iba a hacerlo más eficiente" MC

 

Este pequeño cambio, para las mujeres Tinajeras, generaba un desafío muy grande ya que cambiaba la forma en que ellas llevan años horneando. Aunque no todo fue tensión, pudieron llegar a otros acuerdos, como los espesores en las paredes del horno y la cámara de combustión.

LA CERÁMICA Y EL TERRITORIO

La cerámica y las tinajas son la vida de estas cuatro mujeres en un pequeño corregimiento dentro de la inmensa geografía colombiana, estás cuatro mujeres y sus familias se enfrentan a los desafíos de la contemporaneidad, al ser reemplazadas por plástico en un mundo en donde la cerámica tradicional se desplaza cada vez más. El valor del proceso que lleva María Cano con estas cuatro mujeres es incalculable, no hay forma de saber el impacto de estas acciones presentes, en el futuro de la cerámica tradicional de Juana Sánchez, lo que sí sabemos, es que cada acción, hace que estas mujeres se den cuenta del valor de sus procesos comunitarios y productivos y tal vez aquí esté el real cambio y la real transformación. 

 

Quedan muchos desafíos por delante: el transporte, la mina de arcilla e incluso el tiempo que pasa por el cuerpo de estas mujeres pero lo que queda, es todo este trabajo, esta vuelta al mundo para contribuir a qué las dinámicas sociales de un territorio no mueran, a que la tradición no desaparezca.

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